El discurrir de la harina
no es contraria a la ambivalencia
que da el giro de espíritu.
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Levemente convenida,
no tarda su extralimitación,
con la hendidura en su misma especia,
ofrece la elevación de su diseminado impulso.
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A veces:
la condición del destino,
la colmada contaminación,
la realidad y su comportamiento,
y ,ay, entonces se desata la melancolía.